jueves, febrero 15, 2007

# biografía # ensayo

Pablo Neruda. Navegaciones y Regresos. La poética del viaje, su retorno y las cosas en

1. Itinerario. Implicaciones de viaje. Viaje.

Navegaciones y regresos es el título del libro que Pablo Neruda publicó en 1959. Aquí los temas son muy variados pero giran en torno al viaje y a su regreso. La voz evocativa, al inicio del libro, plantea el oficio del poeta y lo desarrolla en todas las odas que lo conforman. En tanto libro, el viaje a su lectura comienza con el poema “A mis obligaciones”.

El poeta, según Neruda, debe fundar otra vez la esperanza, tras haber transcurrido el paso del tiempo llevándose el desgaste de la naturaleza, sitios y objetos. El poeta tiene la “obligación” de ofrecer a cada “cosa” su trabajo con el corazón como herramienta principal.

…debo subsistir
tantos olvidos
llenar de pan las tinieblas,
fundar otra vez la esperanza.

…yo estoy limpiando mi campana,
mi corazón, mis herramientas.[1]

Después de esto se comienza con diferentes destinos, digámoslo de otra manera: cada oda representa una estación en el viaje de la vida sobre la tierra. El viaje como tema se da a través de la navegación, no necesariamente sobre el mar, ya que también se navega en los trenes. Además, no sólo el hombre navega, sino que también otros seres vivos y objetos, como las golondrinas, los caballos, los trenes, los pianos, las guitarras, etc.

Los poemas reflejan la idea de que una navegación no puede ser eterna, es imposible estar en el mar de por vida, hay que pisar la tierra para sobrevivir, “así lo hacen las golondrinas”. Y en ese ir y venir se construye la poesía de Neruda.

…mi poesía se hizo paso a paso,
trotando por el mundo,
devorando caminos pedregosos,
comiendo con
los miserables
en el mesón glacial de la pobreza
y me debo
a esas piedras
del camino…[2]

El hombre es pasajero de la vida, semeja este hecho con un barco, en el barco hay pasajeros, por lo tanto, la vida es como un barco. En el poema que lleva este nombre se confunde el lugar, se teje el barco con la vida misma. Los pasajes, sentarse, comer, asientos, camas, mesa, forman parte tanto del barco como de la existencia, por eso resulta difícil saber a qué se refiere cuando intercala estas palabras en el discurso de un viaje en barco y de un viaje de vida.

“Todos somos pasajeros”, se dice en este poema, y con el paso de todos también pasa el tiempo. Ante esto hay un cierto enojo hacia los que no dejan ocupar el espacio (asiento) pagado y todas sus comodidades, ya sea en el barco o en el mundo. Esta analogía defiende la igualdad entre los hombres, puesto que todos llegan desnudos al “barco” desde su nacimiento, y es contradictoria la actitud de negación ante los derechos “pagados” al momento de nacer (abordar el barco).

Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo
por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?

Todos veníamos de mujer y de hombre.
Todos tuvimos hambre y pronto dientes.
A todos nos crecieron las manos y los ojos
para trabajar y desear lo que existe [3]

Pero, ¿qué es un viaje para Neruda? A través de la negación a lo que es un viaje, podemos entender que el viaje implica que a su regreso haya un espacio a donde llegar, una madre la cual reciba al viajante con los brazos abiertos, dicha madre no necesariamente se refiere a la que amamantó, sino en una forma más general, se refiere a la madre patria y todavía más universal, a la madre tierra. Así mismo, los objetos y la casa, también son elementos necesarios para que hablemos de un viaje. En contraposición a esto está el término “irse”.

Ya no hay más techo, mesa, copa muros,
para mí en la que fue mi geografía,
y eso se llama irse, no es un viaje.

Irse es volver cuando sólo la lluvia,
sólo la lluvia espera.

Y ya no hay puerta, ya no hay pan. No hay nadie.[4]


2. Escalas. Destino del viajante. Regreso.

Ya que se ha emprendido un viaje y se entiende que éste conlleva un regreso, además de que para Neruda significa que este regreso cuente con alguien o algo que espere la llegada, podemos ver que existe una analogía entre lo que trata sobre el retorno en el libro y la vida común. Ahora sólo queda regresar satisfactoriamente.

Habíamos dicho que en la espera se encuentra la madre patria y la madre tierra. En Regreso, nuestro poeta advierte la primera como el lugar donde se nació y vivieron los sueños inventados durante la infancia y se tiene que llegar ahí por el orgullo que se forma en un hombre. Después del destierro se anhela regresar a la Patria, esto tal vez sea un reflejo del destierro que sufrió Pablo Neruda por algún tiempo y ese anhelo de volver a redimir sus acciones.

Ahora bien, la imagen del mar es muy importante a lo largo de todos los poemas, siempre encontramos reminiscencias que aluden a la vida en el mar como un lugar a donde vuelve el viajero pero no como un último destino, más bien como continuación de viajes anteriores. El mar junto al viajante realizaron la travesía de la vida. Las olas se vuelven propiedad del poeta y del hombre mismo por unir dos tierras.

Mar doblemente mío,
hasta llegar donde me está esperando
mi casa junto al manantial marino.

Amor o mar o sueño,
hicimos juntos esta travesía,
de tierra a tierra un solo mar soñado,
de mar a mar un solo sueño verde.[5]

El destino más importante en la vida del viajero es la tierra, la analogía que encontramos es en Oda a la Cama como el lugar donde llega la muerte para que finalmente se retorne a la tierra. “Luego viene a la cam la muerte con sus manos oxidadas y su lengua de yodo y levanta su dedo largo como un camino mostrándonos la arena, la puerta de los últimos dolores”.[6]

La tierra todo lo sabe, espera desde el momento que da vida a todos los entes, todo regresa a ella como un ciclo natural de la vida en este mundo. La idea de lo cíclico está muy presente en Neruda, en cuanto se refiere a la vida y a la muerte. La tierra da vida pero también da muerte y cobijo cuando esto ocurre. “Me recosté en la tierra y nada preguntó, nada me dijo: todo lo sabe porque está esperando y aprendió todo de los que esperaban: ya sabe tanto que es como olvido, eso es, no tiene término, no hay fin, no hay fin, no hay punto en el olvido”.[7]

Finalmente, en la Oda a la tierra se reconoce la maternidad de la tierra, como la que ha dado satisfacción a lo largo de toda la existencia y también se acusa a quienes la dividen arbitrariamente y a ella misa por causar desastres inherentes a su naturaleza. El poeta siembra en ella palabras para amarla y reconocerla como “madre de todo pan y del hombre, pero madre de todo el pan y de todos los hombres”.[8]

3. Familiarización con la casa después del regreso. Las cosas


¿Qué es una guitarra, un muro y otras “cosas” para Neruda? Son formas que acompañan al hombre en su camino (último viaje hacia la tierra). Él se lleva una mitad de las cosas a la muerte, pero no como objeto, sino como entes en la memoria que estuvieron presentes y se quedan en los poemas. Las “cosas” para Neruda son seres que merecen un espacio en la creación poética.

En Navegaciones y regresos no se habla de emociones sino la emoción que otorga la “cosa” durante la existencia, durante los viajes, en el mar, el tren y la tierra. El tiempo y la distancia caen a una guitarra como al hombre, todo lo que lo rodea tanto inanimado como animado pasan por lo mismo, nada es perenne. Las “cosas” forman parte del transcurrir de generaciones del hombre. Hasta la misma tierra tiene su guitarra.

El tiempo y la distancia
caen a la guitarra:
somos un sueño,
un canto
entrecortado:
el corazón campestre
se va por los caminos a caballo:
sueña y sueña la noche y su silencio,
canta y canta la tierra y su guitarra.[9]

La voz evocativa habla con otros seres y cosas y se pone en su lugar también. Da vida a los objetos inertes y reconoce las cosas construidas por el hombre, las cosas son tan importantes como la naturaleza. Igualmente, construye odas a palabras que encierran un significado, como “gracias”. El poeta debe preguntar a las cosas para desentrañar su verdad, pero las cosas también cuestionan al poeta.

Oh río irrevocable de las cosas,
no se dirá que sólo amé los peces
o las plantas de selva y de pradera…
no es verdad:
muchas cosas me lo dijeron todo…
sino que acompañaron
de tal modo mi existencia
… que vivieron conmigo media vida
y morirán conmigo media muerte.[10]

Gracias a la palabra que agradece.
Gracias a gracias por cuanto esta palabra
derrite nieve o hierro.[11]

En la Oda a las Cosas Rotas se refleja la similitud del hombre con las cosas, al final todo es perecedero, así como el hombre se desgasta en su devenir, los relojes, platos, floreros, platos, copas y todas las cosas que cohabitan en su entorno, también se desgastan. Por eso, Neruda quiere recuperar ese olvido, la belleza de las “cosas”, haciendo énfasis en el uso injustificado que se les dio mientras fueron útiles. Así, por ejemplo, el ancla que libró batallas contra el mar “ya no navegará nave ninguna. Ya no anclará sino en mis duros sueños”[12]

4. Lista de equipaje

Es pertinente señalar algunas analogías que Neruda manifiesta en Navegaciones y regresos, ya que son diversas y algunas resultan hasta humorísticas, pues a todo le canta, incluso al final del libro se despide con la frase “cantando moriremos”.

Golondrinas: o señoritas o alas o tijeras.
Barco: Mundo
Tierra: Cama florida por amor.
Mar: cama terrible, agitación perpetua
Cosas: tenazas, tijeras, argollas, soperas, sombrero, espuelas, platos, floreros.
Sandía: Ballena verde del verano
Silla: Dignidad suprema del reposo.
Mar: sueño
Tren: Oruga, susurro, animalito longitudinal.
Plato: Hermosura redonda de diadema.
Elefante: Animal santo del bosque sempiterno.
Perro: León desorientado.
Gato: pequeño emperador sin orbe.
Guitarra: Delgada línea pura de corazón de oro.
Mundo: mesa rodeada por la miel y por el humo.
Pimienta: Polen que atravesó los arrecifes.
Plato: disco central del mundo.
Comedor: vagón vacío.
[1] Neruda, Pablo. Navegaciones y regresos. Losada. Buenos Aires. p. 9.
[2] Ib. 26
[3] Ib. 20-21
[4] Ib. 28
[5] Ib. 114-115
[6] Ib. 30
[7] Ib. 91
[8] Ib. 126
[9] Ib. 71
[10] Ib. 44
[11] Ib. 64
[12] p.11

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