Para Vicente Huidobro los verdaderos poemas son incendios. Esto lo dice en el poema Altazor, en el cual la voz evocativa nombrada Altazor tiende a crear, es omnisciente y juega con el lenguaje. Se sirve de realidades alejadas que al unirse forman una imagen inimaginable hasta que se unen. Verbos o acciones personales categorizan a sustantivos como sembrar: se refiere a la tierra, angustia: sentimiento; no se puede sembrar la angustia en el sentido estricto de la palabra. Pero la alegoría es otra: la angustia como algo impuesto y no que viene de dentro.
Otro ejemplo de esto lo encontramos en la imagen formada por llanuras y ojos, secar y Voz, en lugar de “no escuchar”. Es decir que busca una manera de “crear”imágenes a partir de otras. Respecto a la pretensión de que defiende Huidobro como creacionista, la de crear, –como acción que puede realizar sólo Dios, de la nada- no la logra. Sí en cambio imágenes no comunes y despierta con ello una escritura en la que lo primordial es el cómo se estructura y se forma el poema.
Huidobro se preocupa por cómo escribir o plasmar lo que se ha dicho, o “lo que importa es el cómo y no tanto el qué”, esta idea es general en el transcurso de Altazor, ya que manifiesta formas novedosas para el común qué. Ahora bien, si intentamos buscar el qué se dice en este texto, encontramos un todo o un querer abarcar todo con la idea de cómo escribir. El cómo en Altazor funciona a través de la imagen, creando analogías entre palabras y conceptos que gramaticalmente concuerdan, pero semánticamente no.
Dentro del texto, como poesía, es válida la ruptura anterior de la semántica, ya que lo que se defiende es la creación de imágenes que no existen en el universo conocido. Como creación es válido porque busca un estilo propio y autónomo.
En Altazor existe una voz evocativa que interroga al autor Vicente Huidobro, es decir que cuestiona al poeta en sí mismo. Invita al poeta que haga florecer la rosa con el poema. El poeta cuestiona al poeta, cuestiona a los poetas y los invita a meditar sobre el cambio. El poeta debe liberarse de la memoria que lo posee, debe estar limpio de todo convencionalismo y marca en lenguaje. Altazor pide un descubrimiento, en este sentido cabe señalar que más que creacionismo debe ser un descubrimiento o inventar de cosas nuevas, de un propio lenguaje que deseche las reglas tradicionales.
Dios para Altazor existe gracias a él. Pero, ¿quién es Altazor? Tal vez el poeta ideal para Huidobro, aquel que deba inventarse hasta un Dios para sacar a la poesía del tradicionalismo. Altazor desconfía de las palabras, desconfía de la poesía, pero más bien desconfía de los poetas, “matemos al poeta que nos tiene saturados”.
Para Huidobro lo válido es resucitar las lenguas y las palabras que tienen demasiada carga para que al final se vuelva puro ritmo, para que la poesía cree sonidos o mejor que los sonidos creen a la poesía. La pretensión de Huidobro es muy ambiciosa, pues quiere remontarse al origen del lenguaje, algo que es inherente al humano y aún no se descifra. Huidobro defiende la poesía como el inicio del lenguaje, a través de lo más elemental, los sonidos y su juego.
Otro ejemplo de esto lo encontramos en la imagen formada por llanuras y ojos, secar y Voz, en lugar de “no escuchar”. Es decir que busca una manera de “crear”imágenes a partir de otras. Respecto a la pretensión de que defiende Huidobro como creacionista, la de crear, –como acción que puede realizar sólo Dios, de la nada- no la logra. Sí en cambio imágenes no comunes y despierta con ello una escritura en la que lo primordial es el cómo se estructura y se forma el poema.
Huidobro se preocupa por cómo escribir o plasmar lo que se ha dicho, o “lo que importa es el cómo y no tanto el qué”, esta idea es general en el transcurso de Altazor, ya que manifiesta formas novedosas para el común qué. Ahora bien, si intentamos buscar el qué se dice en este texto, encontramos un todo o un querer abarcar todo con la idea de cómo escribir. El cómo en Altazor funciona a través de la imagen, creando analogías entre palabras y conceptos que gramaticalmente concuerdan, pero semánticamente no.
Dentro del texto, como poesía, es válida la ruptura anterior de la semántica, ya que lo que se defiende es la creación de imágenes que no existen en el universo conocido. Como creación es válido porque busca un estilo propio y autónomo.
En Altazor existe una voz evocativa que interroga al autor Vicente Huidobro, es decir que cuestiona al poeta en sí mismo. Invita al poeta que haga florecer la rosa con el poema. El poeta cuestiona al poeta, cuestiona a los poetas y los invita a meditar sobre el cambio. El poeta debe liberarse de la memoria que lo posee, debe estar limpio de todo convencionalismo y marca en lenguaje. Altazor pide un descubrimiento, en este sentido cabe señalar que más que creacionismo debe ser un descubrimiento o inventar de cosas nuevas, de un propio lenguaje que deseche las reglas tradicionales.
Dios para Altazor existe gracias a él. Pero, ¿quién es Altazor? Tal vez el poeta ideal para Huidobro, aquel que deba inventarse hasta un Dios para sacar a la poesía del tradicionalismo. Altazor desconfía de las palabras, desconfía de la poesía, pero más bien desconfía de los poetas, “matemos al poeta que nos tiene saturados”.
Para Huidobro lo válido es resucitar las lenguas y las palabras que tienen demasiada carga para que al final se vuelva puro ritmo, para que la poesía cree sonidos o mejor que los sonidos creen a la poesía. La pretensión de Huidobro es muy ambiciosa, pues quiere remontarse al origen del lenguaje, algo que es inherente al humano y aún no se descifra. Huidobro defiende la poesía como el inicio del lenguaje, a través de lo más elemental, los sonidos y su juego.
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